Normalmente, no tenemos muchas ocasiones de jugar a algo tan especial y diferente como
Limbo. La mayoría de las veces que nos encontramos con juegos así, vienen acompañados de la palabra
Indie (o independiente, si lo preferís). La industria de desarrollos de este
tipo ha cobrado una fuerza inusitada en los últimos años y, cada vez
más, está presente en todas las plataformas de juego. Aportan títulos
diferentes, arriesgados y a precios muy reducidos (incluso muchos son
gratuitos). Algo que es poco frecuente entre las grandes compañías.
Limbo es uno de esos juegos que ha calado hondo entre la comunidad de
jugadores y la prensa especializada de todo el mundo. Con nosotros...
también ha sabido encontrar un huequecito, como ya lo hicieron en su día
Braid o
Castle Crashers. Prepárate para bucear en los rincones más oscuros de tu ser, de la mano de
Limbo, el camino será corto (tal vez demasiado), pero muy placentero e intenso.
Una experiencia sin igual Limbo nos transporta a un mundo sencillo, sin despilfarros, parco de detalles
(solamente los justos y necesarios), sin nada que distraiga nuestra
atención de lo realmente importante, el propio juego. La sensación que
tenemos al comenzar a jugar a
Limbo es muy similar a lo que experimentamos en su día con
Braid.
¿Dónde estamos? ¿Por qué hemos aparecido aquí? ¿Qué tenemos que hacer?
Pero estas preguntas quedan rápidamente en un segundo plano y es, en ese
momento, en ese justo instante, cuando quedamos atrapados por la magia
de
Limbo. En
Limbo manejaremos a un niño que anda detrás de su hermana, pero el camino no
será nada sencillo y nos encontraremos con infinidad de peligros.
Deberemos fijarnos muy bien en todo el entorno que, aunque
austero,
es precioso y crea una atmósfera única. Podemos encontrar trampas en
cualquier momento, por lo que nuestros reflejos también jugarán un papel
importante en el correcto desarrollo de la aventura.
Limbo,
además, cuenta con un apartado artístico sin igual y tenemos que hacer
una mención especial. Sus increíbles gráficos 2D, en blanco y negro, no
son simple estética. Cumplen una función muy importante, tanto en la
jugabilidad como en la propia inmersión del jugador. El sonido y la
música también son dignos de mención. Encontraremos muy pocos acordes en
todo el juego, pero no los echaremos en falta en ningún momento, pues
los efectos sonoros, el sonido ambiente... son más que suficientes para
acabar de redondear una experiencia única.
Un título curioso de principio a fin El equipo de PlayDead, desarrolladores de
Limbo,
está formado únicamente por ocho personas y han tardado tres años y
medio en dar vida a su primer título (esperemos que sea el inicio de una
gran carrera de éxitos). El 26% del código de
Limbo se ha invertido en el muchacho protagonista y, darle vida al personaje, costó la friolera de 3.200 horas de programación. A
pesar de haber sido desarrollado en todo un trienio (por muy pocas
personas, eso sí) se trata de un juego corto, demasiado. El record para
completar
Limbo está en 2 horas y 26 minutos, en estos
momentos, pero aunque nuestra intención no sea la de pasarnos el juego
lo antes posible, el tiempo que tardaremos en terminarlo no distará
mucho de unas casi tres horas.
El
desarrollo de la aventura cambia considerablemente a medida que
avanzamos. En un principio, comenzaremos en zonas misteriosas y
silenciosas (bosques, cuevas...) con pocos puzles, pero con una carga
emocional importante. A medida que avancemos, esto cambiará
radicalmente, terminando en escenarios
toscos y ruidosos, repletos de puzzles, pero sin esa esencia que tanto nos ha gustado del comienzo del juego. Desconocemos
si en PlayDead tienen intención de realizar una segunda parte, pero lo
que sí sabemos es que nos han dejado con ganas de más, con la miel en
los labios y eso no hace más que crear un conflicto de sentimientos
(otro más, después de sentir lo que quiere transmitir
Limbo) en nuestras cabezas.