Extraído de 3dJuegos
En la Games Convention de Leipzig ya tuvimos el placer de acercarnos por primera vez a FarCry 2, pero ha sido en los Ubidays de París cuando hemos tenido la primera oportunidad de jugarlo en profundidad. Ambicioso y gigantesco, si nada se tuerce estaremos ante una secuela que superará el primer trabajo de CryTek.
FarCry fue en 2004 un impactante sleeper que dejó una indeleble marca en la memoria colectiva en unos difíciles meses cuando se “jugaba los cuartos” con monstruos de la talla de Half Life 2 o DOOM3. La segunda entrega, ya con los alemanes de CryTek lejos de su desarrollo, promete potenciar todos los aspectos que hicieron grande a su predecesor.
En FarCry 2 se dispara el libre albedrío hasta el punto de que el videojuego se parece más a un GTA que al primer FarCry. 50 horas de campaña individual donde trabajaremos para diferentes personajes que nos encargarán misiones, y un salvaje multiplayer para 16 jugadores simultáneos que empleará un sistema de experiencia similar al de Call of Duty 4.
La Ley del Más Fuerte
En la secuela seremos un mercenario que tiene como objetivo asesinar a El Chacal, un peligroso personaje que se está haciendo millonario provocando conflictos entre diferentes facciones de la sabana africana.
El mapa de FarCry 2 tiene una extensión de cerca de 50 kilómetros cuadrados, y el juego contará con medio centenar de misiones secundarias a parte del hilo principal.
Con este objetivo como última meta, y con la posibilidad de acercarnos a los diferentes bandos que actúan en este exótico paraje para llevar a cabo las misiones que se nos propongan, FarCry 2 ofrece libertad total. Un solo objetivo final y millones de formas de llegar hasta él.
En la demostración jugable a la que hemos tenido acceso nuestro primer propósito era encontrarnos con Frank, uno de los contactos de los primeros pasos del videojuego. Tras estar al corriente de la misión el protagonista decide recurrir a Warren –uno de los principales personajes- como ayuda, por si las cosas se ponen feas, y se hace con un vehículo ataviado con una torreta ametralladora en la parte de atrás.
Jeeps, lanchas, ala deltas… El surtido de vehículos de FarCry 2 es tan rico como el del primer episodio.
El terreno es gigantesco y la orientación es una pieza fundamental del título. En el juego contaremos con un mapa cuyo visionado, muy audazmente, no interrumpe el transcurrir de la acción, pues se consulta en tiempo real. En cualquier momento podemos acceder a este mapa para guiarnos en el vasto mundo de FarCry 2, sin embargo una vez que aceptemos una misión se nos marcará en pantalla el itinerario, por ejemplo, iluminando sutilmente determinadas señales de tráfico para indicar la ruta.
El objetivo en cuestión incluye la destrucción de un objetivo –un tanque de agua como distracción- dentro de un campamento de mercenarios y es aquí donde, de nuevo, tenemos ante nosotros la amplia gama de posibilidades que han hecho grande a esta saga. Podremos, sólo por citar algunas alternativas, escoger entre entrar a pecho descubierto con nuestro vehículo y liarnos a tiros, emplear el sigilo para tratar de colarnos y arremeter únicamente contra el “elemento marcado”, crear un fuego que se extienda como elemento de distracción o emplear armas explosivas para arrasar con todo lo que se nos ponga en medio.
Muchas de las misiones de FarCry 2 incluyen compañía guiada por la IA. No sólo serán un excelente apoyo con sus armas de fuego, sino que por tres ocasiones podrán reanimarnos cuando estemos heridos.
Habrá que escoger con cuidado, porque no por casualidad uno de los elementos más publicitados de FarCry 2 es su sofisticada inteligencia artificial, y es que los enemigos son realmente avanzados en lo que a precisión, uso de coberturas y empleo de tácticas de rodeo y búsqueda de flancos se refiere.
Por lo que hemos podido ver FarCry 2 tiene aspiraciones reales de confirmarse como uno de los mejores shooters en primera persona de final de año. Su gigantesco prisma, su apabullante calidad gráfica, y lo delicioso de su libertad son razones más que suficientes para tenerlo en cuenta no sólo como una promesa, sino ya casi como una realidad.